La ‘eticidad’ perdida, en Jürgen Habermas


la eticidad perdda

La visión apocalíptica de la sociedad globalizada, pareciera ser inherente a la profesión de sociólogo y la antropología cultural, no es exclusiva de las ciencias políticas; responde a una idea mecanicista de un modelo ideal que subyace desde los inicios de sociología como ciencia de la denuncia «Ciencia subversiva» que explicaría los fenómenos y hechos sociales, incluso los vitales, por medio de las leyes mecánicas del movimiento, y la ética.

La moral y la ética como primera ley mecánica. La sociedad tiene una explicación ética, (inicio del movimiento) y ello, con independencia a la teoría social científica y de los grandes ismos históricos y existentes «la sociología militante» «la sociología comprometida» son en principio ‘rousseaunianas’, románticas, y moralmente correctas, no se discuten, son ‘asertos’. Disociar el carácter moral de los hechos sociales, se me antoja imposible, en cualquier obra de sociología y antropología.

Es la idea del hombre moral, creador de la sociedad justa como bien común, objetivo último, y destino natural del hombre. Es en parte la teoría “Del buen salvaje, al buen revolucionario” de Carlos Rangel ‘El principal mito a rebatir por Rangel es lo que él identifica como una versión adaptada del mito del buen salvaje y la Edad de Oro – mitos del Viejo Mundo’ La naturaleza del hombre corrompida por la vieja civilización occidental. En el intelectualismo de izquierda, el mito está muy difundido, arraigado como un tubérculo, y poco cuestionado. La superioridad moral de la izquierda bebe de este manantial eterno y cíclico de verdades absolutas.

El fin moral de la sociedad es por su propia definición reduccionista e ideológico, y dogmático, de ahí el derecho natural como incuestionable. No se puede partir de un ‘aserto’ apriorístico e histórico, para hacer ciencia, ni política. Una cosa es opinión y otra constatación empírica, base del derecho positivo. Leyendo el ensayo de «Jürgen Habermas | La sociedad posnacional» te explicas muchas cosas, y todas basadas en la ideología progresista de un estadio natural ‘superior’ de la humanidad, corrompida por el capitalismo, los mercados, y la globalización (el despojo). Ya no es el Tío Sam «Uncle Sam» el enemigo de la sociedad natural (ética socialista) ahora son los mercados y la globalización como obstáculo a la felicidad.

La sociología comprometida y la teología de la liberación son expresiones decimonónicas sobre la eticidad social corrompida. Representan ambos una idea inversa del relato original del Titán amigo de los mortales. En este caso Prometeo, convertido en héroe social, tratando de recuperar el fuego robado por los dioses del capitalismo, devolviéndoselo lo a los hombres. La eticidad es la idea de ver un origen ético y moral en las cosas, que difiere poco o casi nada en su forma, al dogmatismo religioso y al primitivismo animista.

Hacer de la sociología una disciplina o escuela de la ética, es torpeza, por no llamarla otra cosa. No se puede partir de postulados fijos inalienables, herméticos, religiosos, tampoco políticos, filosóficos ni intelectuales, al servicio de una ética natural incuestionable. La idea actual y recurrente en las ciencias políticas de lo público, es inmanente a una concepción de lo público como ética de la política, y origen y fin último de la sociedad. Con esta diarrea mental hemos convivido un siglo de pseudociencias sociales y del comportamiento.

La ideología de ‘lo público’ como ética de la naturaleza, defendida por Jürgen Habermas y demás ideólogos progresistas; ven en la globalización y los mercados financieros una pérdida de soberanía nacional, por lo tanto una desnaturalización de la eticidad de la sociedad, y la desintegración de la soberanía nacional (la posnacionalidad) La socialización política manifiesta se fusiona con la socialización latente del ideólogo, incapaz de escapar de este sino pernicioso de la ‘eticidad’ de las cosas.

Gaston Bachelard escribe: «El hecho científico esta conquistado» Estableciendo una jerarquía de los actos epistemológicos indicando las fases sucesivas por las que debe pasar la actividad científica, dice en primer lugar el quehacer científico está por conquistar. Dicho de otro modo, ningún hecho se deja aprender tal como se nos presenta espontáneamente. De modo que es contra la ilusión del saber inmediato que el hecho científico está por conquistar… Lo que nos viene a decir, es la absoluta necesidad de una ruptura con las opiniones comunes «Todo conocimiento así entendido tiene la edad de los perjuicios» Yo diría que Gaston Bachelard es la madurez Émile Durkheim, incluso la superación científica de este.

La ilusión del conocimiento inmediato, gobierna la sociedad hiperconectada, no se exige la verificación, solo la capacidad de influenciar (influencers) de quien emite la opinión. Un ejemplo actual es la del mediatico ‘Yanis Varufakis’ y su ensayos (El minotauro global) plagados de sentido común (de conocimiento inmediato) lo que es opinión hoy día, adquiere el rango viral de veracidad. Y si se escribe en clave (modo) de indignación, y se convierte en literatura referencial de culto. La eticidad es el patrón común a todo manifiesto, incluido el comunista.

La eticidad perdida, es el fuego robada a los hombres por el capitalismo en la politica ‘tesis del complot global de los mercados’ ¡Lo moral es lo público! La sociedad posnacional, de los mercados es para Habermas, según entiendo, una consecuencia de la eticidad perdida de lo público en la politica. ¡Tesis del complot global de los mercados! Si aceptamos las leyes naturales como inobjetables, entonces aceptamos al hombre como diseño de Dios. Y la sociedad como espacio público, como edén, regalo de Dios. La religión sin Dios es parte del dogma horizontal del populismo del siglo XXI.

4 Comments on “La ‘eticidad’ perdida, en Jürgen Habermas”

  1. Rescato sobre todo esta reflexión:
    «La ilusión del conocimiento inmediato, gobierna la sociedad hiperconectada, no se exige la verificación, solo la capacidad de influenciar (influencers) de quien emite la opinión. Un ejemplo actual es la del mediatico ‘Yanis Varufakis’ y su ensayos (El minotauro global) plagados de sentido común (de conocimiento inmediato) lo que es opinión hoy día, adquiere el rango viral de veracidad. Y si se escribe en clave (modo) de indignación, y se convierte en literatura referencial de culto. La eticidad es el patrón común a todo manifiesto, incluido el comunista.»
    Son lecturas incendiarias de la realidad. No porque sean fuego, sino porque se dan cuenta de que el suelo está plagado con pólvora y mueven un poco los pies a ver si así la explotan.

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  2. Para nada.Tengo formación en filosofía y me ha parecido interesante a la par que contundente, de esa contundencia que impone un tiempo para reflexionar sobre ello.Un abrazo desde el otro lado de la pantalla.

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