La Rebelión de las masas y su nuevo avatar
(Historia breve de la indignación)
Primero Dios creo al hombre a su imagen y semejanza, y las mujeres se indignaron. Fuimos expulsados del paraíso y nos indignamos. Caín asesinó a su hermano, y nos indignamos. Dios nos condeno, hasta el final de los tiempos, ha tener que ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente. Y desde entonces no hemos parado de estar indignados.
Aristóteles nos puso en el centro del universo, y Galileo, Copérnico y Kepler, nos bajaron del centro de la creación. Y volvimos ha estar indignados. Cuando Charles Darwin deposito en nuestras conciencias vírgenes, dudas razonables, sobre nuestro posible origen: Afirmaba el naturalista: (humanos y monos) descendemos de un antepasado común “¿Monkey?”. La revelación nos hizo caminar en cuatro patas, nos obligo una vez más descender del árbol de la ignorancia. Entonces fue cuando nos convertimos en los primeros indignados del siglo XIX. Hoy nuevamente caminamos la misma senda, sentimos que volvemos a bajarnos del árbol como monos desnudos; diría el propio zoólogo Desmond Morris.
Ignacio Wert, ministro de educación del Reino de España, ordeno a reeducar a los habitantes de una región del noreste de España, antigua “Lacitania”, tierra de tribus iberas; a formarse en igualdad de oportunidades, condiciones, derechos y libertades que garantiza la constitución. A excepción de la republica independiente de IKEA, que está exenta de ser Españolizada. Y volvimos a estar indignados. Si París era una fiesta, lo de Cataluña ¡Ni te cuento!
Para los evolucionistas la historia de la indignación tiene otro recorrido y explicación biológica y psicológica: El malestar en forma de indignación siempre ha estado conviviendo con nosotros, desde que la evolución nos hiciera bajar de los arboles y caminar en dos patas, y desde esa, no hemos parado de correr. Y fuimos los primeros bípedos indignados, por tener que correr para poder comer y no ser comidos o devorados.
En otras palabras, no somos consientes de nuestra caótica naturaleza, la cultura establece un orden de prioridades, un estado de normalidad, un estado de “falsa conciencia”, necesario para establecer el estado de armonía (Llamado orden) Construido sobre la explosiva naturaleza psicológica del hombre. Cuando se rompen estos equilibrios resurge nuestra latente naturaleza de seres indignados.
En la sociedad digitalizada y conectada, son más probables los estados de histeria colectiva y viral. La permeabilidad y exposición a la infoxicación de las instituciones y la cultura abierta en canal, crea un malestar, un escozor, en forma de indignación.
Adquirimos la conciencia, o tenemos la percepción objetivada de que somos factores de cambio, como bien lo somos en la red. Deseamos extrapolar nuestro dominio y estado de felicidad, como sociedad virtual horizontal, conectada y libre (Free) hacia el mundo real. Importar nuestro avatar digital al mundo material y vertical. El choque de realidades inversas, crea la mayor fusión conocida por la sociedad vertical. La infoxicación tiene la mala costumbre de producir indigencia cultural e indignación. “Denme un churro y un punto de apoyo y moveré el mundo”. ¡Un indignado!
La emulación a los grandes movimientos de masas de la historia resiente, son resultados aditivos de la confluencia de dos realidades diametrales y opuestas, como consecuencia de la sociedad conectada, capaz de reeditar los estados más proto sociales de la humanidad vertical, percibida como fracaso. Son los hijos de la red, que siente el llamado a la resistencia contra el sistema. El nuevo pasquín, el nuevo manifiesto de los infoxicados: Indignados y Frikis del mundo uníos. ¡Indignaos! (Indignez-vous!) de Stéphane Hessel (…)
Manuel Eduardo Ponte Ferreiro