A propósito de «Je suis Charlie»
No existe libro o biblia conocida hasta ahora que nos proteja y nos haga invisible a las balas, incluido el Corán en formato eBooks Kindle. Gutenberg invento un sistema universal de exposición a las balas. Desde Galileo Galilei, aquellos que han osado publicar sus ideas por medio de este método, han sufrido sus consecuencias. La cárcel, las balas o la cimitarra islamista. Los libros han sido la antítesis a los chalecos antibalas. Charlie Hebdo cometió el pecado mortal de pensar con libertad, sobre el lado oscuro de la humanidad, el miedo.
¿El derecho al miedo?
Hemos distorsionado la legitimidad que tiene la sociedad a tener miedo como defensa racional y psicosocial ante la exposición constante al riesgo y al peligro «exterminio» «holocausto» La legitimidad la hemos ridiculizado etiquetándola en términos de odio colectivo ideológico. El concepto de «islamofobia» en los medios de comunicación tiene otras connotaciones ajenas al origen etimológico del concepto. Fobia es pánica, es miedo.
Los medios de comunicación social utilizan y elevan el concepto al rango categórico de «odio» «xenofobia» «vergüenza» Fobia no es odio, no nos equivoquemos, fobia es miedo. El terrorismo pretende crear en la sociedad condiciones de terror, de miedo, de pánico colectivo, especie de espada de Damocles, pendiendo sobre nuestras cabezas. Pensemos que no por desvirtuar el miedo este desaparece, y nos convertimos en pacifistas generosos de nueva generación, más demócratas, inteligentes, valientes y tolerantes, en fin, más virtuosos.
Si asumimos los hechos criminales sufridos como ataques terroristas a la sociedad, y los reconocemos como tales, sin ambigüedad ideológica alguna, sin despistes causales y bizarros «el mea culpa» Entonces, podemos decir que tenemos un escenario de guerra no ponderado, no reconocido por una de las partes. Los eufemismos no resolverán el conflicto de guerra abierta entre derechos humanos y democracia vs. Barbarie islamista. La sociedad empieza a percibir el estado de guerra, menos sus gobiernos, ajenos a las consecuencias políticas y económicas a mediano plazo. «Calculo o rentabilidad política»
No estamos en un escenario de odios raciales, fanáticos y xenofóbicos. No confundir las consecuencias del terrorismo sobre la sociedad con el odio racista. El miedo, el pánico son mecanismos biológicos que preservan la vida, ante la exposición al peligro y la muerte. Otra cosa es el odio irracional e ideológico y dogmático a todo lo extranjero; que por desgracia subsiste en muchas sociedades como malestar y justificativo de todos sus males y desgracias sociales. En todo caso, éste sería otro tipo de miedo, sociocultural.
Mi tesis es muy simple: Sí, a Mahoma, sí, al Corán, sí a los Musulmanes, sí, al Islam. No, al integrismo entendido como «islamismo» No existe un islamismo bueno vs radical. El islamismo es una concepción politica de la teología, imperialista y genocida, y factitiva. Volver a los califatos es un llamado renovado a la guerra contra los infieles. Política, Estado, Religión e Inmersión cultural Islamista, son un cóctel explosivo contrario a los derechos universales del hombre. De ahí la radicalización actual de un proyecto inviable de civilización retrograda, integrista, ajena a la evolución contemporánea de la humanidad y los derechos universales del hombre. Un modelo así de sociedad arcaica involucionada, que se niega a desaparecer, y en franco desafío a la humanidad; siempre morirá matando, «solución final» El vasallaje a Dios, es incompatible con la evangelización de la humanidad horizontal.
Para la civilización occidental la medida de todas las cosas es el hombre. Contraponer a Dios como hecho fáctico regulador del hombre, de la sociedad civil y el estado, es volver a la primitiva protosociedad animista temerosa de un orden superior spiritual regulador del cosmos. En el islamismo, militante, la ley política emana, no de la voluntad y libertad del hombre y la razón, sino de las leyes reveladas por los arcángeles, los profetas y los Califas en nombre de Dios; No existen leyes civiles, solo leyes divinas de obligado cumplimiento. «Sharia».
No son tiempos para las religiones, o por lo menos, tal cual las hemos conocido hasta ahora. El hombre ha construido su propio proyecto pragmático de convivencia política y cultural, basado en las ciencias exactas, el laicismo, la razón y la utilidad pública. Religión horizontal sin Dios. ¡Un mundo sin Dios! Se impone lo universal racional, a lo religioso y etnocultural. Las sociedades contemporáneas son cada vez más horizontales y disruptivas; menos dependientes de Dios y la multiculturalidad de la boina y la alpargata, se radicalizan, en una huida hacia adelante.
La ciencia, la tecnología, la colaboración, y la distribución social de bienes y servicios, imponen su racionalidad a cualquier otro orden superior e imaginario utópico. Se pertenece antes a una superconciencia universal colaborativa sin limitantes dogmáticos a la razón, que a una sociedad vertical y etnocultural, restrictivas del mercado; que a leyes medievales tribales de subsistencia endogámica, político-religiosa totalitarias.
No es una guerra de religiones, tampoco una cruzada bélica. El ocaso de las religiones, su marea baja, crea malestar en la sociedad abierta laica y democrática en franca expansión. La sociedad global se presenta ante las religiones como una amenaza a su modelo de vida arcaica y dogmática, centrada en el ombligo de Dios, como centro del universo. «La etnia» como único valor trascendental de la multiculturalidad, se radicaliza y mata en nombre de Dios, una vez más. ¡Como el cartero…!
Ante la imposibilidad de compatibilizar y relativizar su cosmología teológica con la ética científica, y los derechos universales del hombre. La yihad es la única vía del animal acorralado. No es morir defendiéndose, es atacar y destruir los centros de su poder económico y moral de los infieles occidentales, sembrando el terror, el contagio de la inseguridad y el miedo.
Las únicas vitorias morales de los islamistas son los asesinatos de civiles en nombre de Alá, en nombre de un Dios étnico poco piadoso y ajeno a la universalidad del hombre. Cada terrorista es un falso mártir, brazo ejecutor de Dios. En realidad un suicida no es un mártir, puede ser cualquier otra cosa; inclusive un imbécil útil o un cretino. Mártir es aquel ser. Que es sujeto de martirio en contra de su voluntad, y sin renunciar a sus valores. El suicidio es contrario a los valores de la figura del mártir. Los asesinos mueren ajusticiados, no se convierte en mártires, es un contrasentido tautológico.
Los asesinatos terroristas islamistas, son crímenes contra la humanidad, no son, ni serán nunca ataques a la libertad de expresión. Tampoco son un intento de silenciar la crítica, ni la mofa. Creerlo es ingenuo, es negar los fines últimos de la barbarie islamista. La guerra no es el cartero que llama dos veces. Basta una vez para enterarnos de su miseria. Los asesinatos y el terror son objetivos militares de los islamistas. No existe causalidad alguna con hechos particulares; reconocer el estado de guerra no convencional, es buscar una salida al miedo y a la espada de Damocles sobre la sociedad.
«Feuerbach se refería a ella con animosidad: El espíritu de la ciencia, según él, sería un espíritu totalmente opuesto al de la teología» No es difícil conjeturar lo mismo para la sociedad laica abierta y democrática, ajena a los hechos y actos religiosos. Las religiones se defienden convirtiéndose en una mercancía competitiva. El reino de Dios es ahora, es de este mundo material y tangible. Es el viejo modelo ideológico de la teología de la liberación. Una iglesia politica y militante. ¡El reino de Dios es de este mundo!
Cuando nos planteamos la utilidad pública de la religión en la sociedad actual, estamos en presencia de la desmitificación de los actos y hechos religiosos y su materialización como propiedad pública, sujeta a valoración y utilidad de todos. Aquello que no es mercancía, incluidas las leyes, no tiene utilidad pública alguna. ¡No, no nos representan!
Las sociedades actuales se construyen necesariamente con mercancías útiles y sensibles a la singularidad de la sociedad, en un mismo espacio y tiempo. ¡Todo es mutable, ya nada es imprescindible! La relatividad rige y gobierna la nueva moral social. El axioma resultante es «dentro de lo público todo, fuera de lo público nada» «Tesis contraria al Islam» El hedonismo horizontal está detrás de la cyberorganización social de la nueva humanidad. No es de extrañar que algunas religiones, unas más que otras se sientan acorraladas, por su inutilidad e incapacidad de anclaje social. Su factitivo es «morir matando».
Hola Manuel,
¡He lanzado un dardo y he pegado en la diana! Sigo habitualmente este blog y por eso le he otorgado un premio Dardos: http://enredadoenlacomunicacion.com/2015/01/19/premio-dardos-para-enredado-en-la-comunicacion/ ¡Saludos!
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