¡Hola!. Me llamo Henry, y soy un friki


Conocen algunos de estos neologismos: Petabyte, xoxo, staple-man, hangouts, LOL, fandom, multitasking, prosumer, selfie, backstabber, cloud computing, chat, emoticones, click, like, reset, troll, zip, wiki, tuit, storage,. etc. Son pate del  «Sociolecto» (dialecto social) domínate de la sociedad hiperconectada. La progresión acelerada, en un corto espacio de tiempo de un dialecto social emergente, «Sociolecto» es un indicador de cambio y adaptabilidad. El fenómeno sociolecto disruptivo nos permite estructurar un escenario, desconocido para la sociedad del mercado, la sociedad hiperconectada.

¿Estamos siendo devorados vivos por la brecha generacional o ascensión del «freak-man»?  ¿Son simples neologismos recreaciones literarias que viven en y para la literatura?. Son realidades y representaciones sociales recreadas con mayor o menor acierto por conceptos, ricos en contenidos. El gran desiderátum del siglo XXI es ser un frekkie tradicional, o un fan de nueva generación (friki). Estoy convencido, no rendido, que para ser competitivo en lo que queda de «sociedad  opulenta” hay que ser un fan con todas las consecuencias. El futuro es fan, el futuro es friki. Cinco siglos después de la tragedia de Hamlet aun seguimos preguntándonos: ¡Ser, o no ser, es la cuestión!. En realidad fue una expresión Friki.

Tal cual,  lo afirma el gurú de la cultura friki, Henry Jenkins en su libro sobre el fenómeno fans bloggers y videojuegos. “Los fans figuran entre los consumidores más activos y creativos, críticamente comprometidos y socialmente conectados con la cultura popular”. Son “los representantes de vanguardia de una nueva relación con los medios de comunicación de masas”. Yo agregaría más. Son parte estratégica de los genes egoístas, auténtico replicadores en masa de la evolución de la inteligencia del nuevo human_0_1 , y replicadores del cambio cultural que Henry Jenkins llama convergencia cultural global. A mí modo de ver, son la parte más visible del cambio de paradigma, la primera ecografía en tiempo real del cambio epistemológico  de la humanidad hacia “otra cosa” por ahora sociedad digital y friki.

La visión y el mensaje “catastrofista malthusiano” de “los vigilantes de la playa (los semánticos web 3.0)” garantes de las buenas formas sociales y puristas de internet; y de la moral vertical, así como del deber ser de todas las cosas. Nos viene a decir con sus profecías, que de no poner remedio a la cultura horizontal fan, (sociedad incorrecta) estaremos ante un crecimiento irremediable  de la población friki. En términos de progresión geométrica «expansiva», y ante una progresión aritmética de sus necesidades superfluas y pervertidas del mercado. De seguir su expansión las consecuencias serán letales para humanidad, y la sepultura de la sociedad formal y sus valores «trascendentales» serán diluidos como un azucarillo en el agua frki.
«Henry Jenkins a principios de los años noventa explosiono  la idea de que los fans están entre los consumidores de cultura popular más activos, más creativos, más comprometidos críticamente y más conectados socialmente, y que representan la vanguardia de una nueva relación con los medios de comunicación de masas.

Aunque marginal y prácticamente invisible para el público general en aquellos tiempos, hoy los productores y anunciantes de los medios de comunicación, por no hablar de los investigadores y los fans, dan por descontada la idea de que el éxito de una franquicia mediática depende de la inversión y de la participación del fan.

Recopilando lo más importante de una década y media de investigación pionera de la vida cultural de los consumidores de medios, fans, blogueros y videojugadores, esta obra trae a los lectores la obra de Jenkins desde su primeros trabajos, en los que defendía la cultura del fan ante quienes la querían marginar o estigmatizar, hasta sus escritos más recientes, en los que combate el pánico moral y defiende a los góticos y videojugadores después de los tiroteos de Columbine.»

Este estudio, que empieza con una perspectiva general sobre el estado actual de los estudios sobre los fans, traza los temas teóricos y metodológicos centrales en los estudios de los fans. Así mismo, realiza un seguimiento del crecimiento de la cultura participativa en la red, considera el fenómeno de los blogs como posiblemente la ilustración más clara de cómo la participación del consumidor tiene un impacto en los medios de comunicación de masas y debate las implicaciones de las políticas públicas relativas a la participación y la propiedad intelectual.

No es fácil para este bloguero sentirse una especie en vías de extinción, un “homosaurio” del Jurásico mesozoico. Es cruel ser testigo consiente y reflexivo de una extinción anunciada (Crónica de una muerte anunciada) Trato de hacer menoría de mis lecturas y dentro, y fuera de las ciencias y la literatura; no he encontrado ningún precedente al respecto, ni con la ayuda de libros de ciencia ficción, historia y divulgación científica del célebre Isaac Asimov. Tampoco pude con el infalible buscador  Google. Quizás me toque escribir un artículo o una crónica sobre la extinción del hombre vertical de la sociedad opulenta; en la enciclopedia de los webactores «frikis» la Wikipedia. (fenómeno Friki, donde los haya)

Henry Jenkins (Atlanta, 1958), director durante una década del Programa de Estudios Mediáticos Comparados del Massachusetts Institute of Technology (MIT), es un estudioso de la cultura popular y abogado público de fans, blogueros y videojugadores. Se auto llama friki y hace gala de su conversión. Para muchos detractores de la cultura transversal, Henry Jenkins sufre del «síndrome de Estocolmo«; ha permanecido demasiado tiempo trabajando con los  Trekkie (friki) que ha entronizado sus valores hasta sentirse uno de ellos y de defender su contracultura.

«Henry Jenkins : Tras un sistema económico siempre hay un sistema moral, unos valores sobre qué está bien y qué está mal. Y está claro que la distribución gratuita de contenidos por internet ha alterado el modelo económico vigente, por eso tenemos a la vez un dilema moral. En estos 10 años hemos visto como la industria legitimaba su punto de vista llamando ‘piratas’ a los que distribuían ‘sus’ productos culturales. El público también ha intentado legitimarse a través del lenguaje, con palabras como ‘compartir’. Estas dos visiones implican dos sistemas morales diferentes y por eso nos resulta tan difícil este debate. Y en los próximos diez años todavía no tendremos claro para qué cosas debemos pagar y para cuáles no hace falta.

En lo que no estoy de acuerdo es en el temor que los jóvenes del futuro no querrán pagar por nada. Siempre habrá algún tipo de contenido que los jóvenes quieran comprar o pagar para ver, aunque claro, no tiene por qué ser aquél contenido que la industria quiera venderles. Querrán apoyar artistas locales o experimentales, periodistas independientes, lo que sea. Quizá el problema será el apoyo a los grandes artistas comerciales, a los Metallica del futuro. Gracias a que grupos de fans hacen cosas consideradas ilegales en algunos países los niños norteamericanos miran películas de Bollywood, siguen telenovelas latinas y leen cómicos manga. Y claro, esto beneficia a la industria india, sudamericana y japonesa porque amplia su público potencial, y a las distribuidoras norteamericanas que comercializarán este género si tiene éxito, a pesar que las descargas hayan perjudicado a alguna productora en momentos concretos. A la industria global le beneficia que haya fans transgresores, porque abren mercados nuevos.

Los fans tienen una historia de sólo 50 años, así que es difícil predecir los 50 próximos. Quizá en siete años habrán cambiado por completo. Lo que sí que tengo claro es que ganarán peso como epicentro de la industria cultural. Muchas series de televisión quizá serán basadas en suscriptores, o habrá una cantidad significativa de gente que pagará por ver antes el siguiente capítulo. O quizá parte de los seguidores se involucrará en la financiación de un medio independiente o una película sobre sus personajes favoritos.

Resumen de articulos científicos

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